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sábado, 29 de marzo de 2014

Sembrando semillas

El pasado día 21 de marzo, ¡por fin llego (oficialmente) la primavera a nuestro Instituto! Los días comienzan a ser más largos, las yemas de los árboles comienzan a vestirse de flores y los pájaros empiezan a buscar pareja como locos compitiendo con sus cantos que se escuchan desde clase.
Es justo el momento de empezar a sembrar nuestras semillas en huerto...pero con precauciones, ya que en nuestra querida tierra castellana, hay un conocido refrán que dice "hasta el 40 de mayo, no te quites el sayo." Esto se debe a que las heladas y fríos tardíos son comunes por estas zonas, y por eso mismo nos dispusimos a elaborar un invernadero/semillero donde sembrar nuestras semillas y evitar que estas tengan que soportar las inclemencias del tiempo cuando las plantas son más jóvenes.
Pasarán unos días hasta que nuestras semillas se conviertan en pequeñas plantitas con dos hojas diferentes a las hojas propias de la planta. Estas hojas, de forma redondeada, y cuya función es la de acumular reservas para la propia planta, se llaman cotiledones. Las plantas que tienen dos de estas, como pasa en la mayoría de las hortícolas, las llamamos plantas dicotiledóneas.
Sin embargo para conseguir despertar a las semillas de su sueño profundo, en el que pueden llevar años y años sumergidas, necesitamos un poco de paciencia...y sobretodo hacer que se sientan a gusto. A nadie nos gusta que nos despierten bruscamente por las mañanas, ¿no? pues a las semillas tampoco. En general, las plantas que viven en verano como el tomate, el pimiento, la berenjena o el calabacín necesitan que las mantengamos húmedas y con una temperatura agradable, alrededor de unos 25ºC, lo cual vamos a conseguir en nuestro invernadero/semillero.
Solo cuando las plantas estén lo suficientemente fuertes, las podremos sacar a los bancales donde ya les esperan las zanahorias, patatas, guisantes y muelas, plantas que aguantan mucho mejor el frio.
 Comienza la cuenta atrás para probar nuestros propios alimentos. ¡Qué ganas tenemos! :)

martes, 11 de marzo de 2014

Alimentar a millones de hongos, bacterias, lombrices...

...es lo que hemos pretendido elaborando el nuevo compostero. Eso...y que ellos nos den algo a cambio, claro está.

Y es que con el proceso de compostaje todo son ventajas. Por un lado, reducimos la cantidad de basuras que acaban en el vertedero, dado que las podemos traer aquí desde nuestra casa, por otro lado, cerramos el ciclo de la materia y por último obtenemos un abono de calidad para las plantas de nuestro huerto.


 Pero esto del compostaje no es nada nuevo. Desde que hace más de 5000 años, el hombre domesticara a las plantas con la agricultura, este ya se dio cuenta de que año tras año, la tierra perdía fertilidad. Para evitarlo, los campesinos comenzaron a echar en sus campos restos descompuestos de materiales orgánicos procedentes de los residuos sus animales y vegetales. La técnica era muy simple; dejar que ocurriera lo que sucede en la naturaleza sin la presencia del ser humano: la materia orgánica se mezcla en el suelo, descomponiéndose y aportando sus nutrientes a la tierra de la que se alimentan de nuevo las plantas.


 Muchos años más tarde, después de la II Guerra Mundial, esta técnica fue mal vista por los países ricos o desarrollados, pasando a usar en sus tierras abonos químicos, los cuales procedían de los derivados del petróleo. Lo que en un principio pareció dar grandes resultados, trajo como resultado años después la desaparición sobre los campos de cultivo de grandes cantidades de materia orgánica y con ella la muerte de de miles de millones de micro y macroorganismos, encargados de descomponerla, faltando así quien elaborara un elemento de gran importancia para la vida de las plantas. El humus.


 La existencia de este humus en nuestros campos, asegura que haya sustancias nutritivas para que puedan vivir las plantas al tiempo que se mejoran las condiciones del suelo.

Resumiendo todo este articulo en unas pocas palabras, podemos decir que desde nuestro Instituto nos estamos encargando de alimentar a unos seres microscópicos que son los responsables de que plantas y animales puedan crecer y vivir en nuestro planeta y que si les dejásemos desaparecer, la vida sería imposible sobre  la Tierra.